jueves, 13 de noviembre de 2014

Reloj biológico.

Fumarolas: 13 noviembre 2014

Murcia, las nueve. Ya tomé mi desayuno, estuve en la piscina, hice gimnasia y vi la tele. Algunos dormirán a pierna suelta.
-A pierna suelta o sin soltar, ellos sabrán cómo duermen.
-Es una expresión que significa dormir bien. Será, Julián, que tienen el mismo reloj biológico o que los padres les enseñaron a acostarse tarde, y de ahí que madruguen poco. 
-Pero, ¿es que los padres pueden cambiar el reloj biológico de sus hijos? Yo creo que ese reloj no se deja cambiar así como así.
-Misterios de la naturaleza, Iván; todo, por lo visto, se deja maniobrar con la costumbre desde fuera.
-No lo dirás en serio; el reloj que cada uno tiene será como la talla o el color de los ojos: la suerte viene dada desde antes de nacer. ¿Cómo vas a cambiarlos a tu antojo o gusto una vez que han nacido?
-Pero quizás que un poco sí se dejen influenciar. En los cuarteles, se tenían que levantar a las ocho y yo creo que por miedo a los correazos del sargento, se despertaban a esa hora: todos los relojes, por la cuenta que les traía, se igualaban o adaptaban.

-Estudiaremos el caso, Julián, que puede ser más importante de lo que parece. Igual de ahí arranca que unas personas sean más despiertas que otras, o que rindan más o menos. Si debían de estar durmiendo por su natural y lo obligaban a levantarse, ¿cómo crees que iba a hacer bien lo que tuviera que hacer? Iría durmiendo cuando trabajaba. Y luego dormiría  mal, encima, porque no era su hora de dormir.
-En la naturaleza no podemos poner reglas a nuestro gusto. Tú no puedes decirle al Sol que se retrase dos horas en salir porque a ti te venga bien. Y a tu reloj biológico lo mismo. Tendremos que respetar su marcha nos guste o no nos guste. Es como el que nace zurdo y tú le atas la mano izquierda para que no la use.
-Hasta hace poco, a los zurdos los llamaban torpes o malos. Estaba mal visto que se escribiera con la mano izquierda. Y los niños sufrían al no poder hacer su natural. Luego vieron que la naturaleza terminaba por imponerse.

-Seguiremos con el tema, Iván, que de ese error pueden haber venido males del pasado. Una persona obligada a no ser ella misma podría devenir en locura. Hemos vivido mucho tiempo en un mundo de locos, Iván, y ahora sufrimos las consecuencias; que ciertos actos no se enmiendan en cuatro días. Ciertos errores se curarán a la vuelta de muchas generaciones.


                                                                                  Francisco Tomás Ortuño. Murcia

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