lunes, 24 de noviembre de 2014

No me pidas, Cristina, nadar más veces.

Fumarolas: 23 noviembre 2014

Santana divina, en la terraza grande, las ocho y media, eclipse solar por nubes.
-A ver, a ver, no te pases con “divina” ni desbarres con el eclipse, ¿qué es eso de solar por nubes?
-En cuanto al adjetivo que le aplico a la terraza, sé que me he pasado, Evaristo, que a divino no se llega nunca. Ya al poeta sevillano Fernando de Herrera le llamaban “El Divino” y le bajaron los humos diciendo: “Si aun no es humano, ¿por qué le llamáis divino?”. 
-Sería algún envidioso que no soportaba tanta adulación, cuando era pura hipérbole. Aquí lo mismo. Hace un fresquito tan agradable, que lo que diga de él es poco.
-Pero quédate en lo terrenal, Pifanio; di, por ejemplo, que era delicioso y no pases fronteras, que puedes pecar de soberbia.
-Estoy de acuerdo, te pido mil perdones, Evaristo.
-Con uno me basta, no exageres.
-En cuanto al eclipse solar, se me ocurre por las nubes que ocultan al sol. Ya sé que hay dos clases de eclipses: uno de Sol, cuando la Luna se interpone entre él y la Tierra; y otro de Luna, cuando la Tierra oculta al satélite. Yo he añadido otro eclipse por el parecido. Si solar es cuando la Luna impide ver el Sol, nuboso será si las nubes lo tapan, como es el caso. 
Aquí hubo otro eclipse. Bajamos al pueblo, desayunamos en una terraza, y luego subimos como bajamos.
-No sería igual subir que bajar, que para bajar el coche va solo, y para subir hay que poner la cuarta marcha y hasta la tercera; que “las cuestas arriba las sube mi burro; y las cuestas abajo, yo me las subo”.
-No voy a discutir lo que dices de las cuestas, que estás hoy refranero. Vamos a dejarlo y no sin pedirte antes que te reportes en el decir, que “lo poco agrada y lo mucho cansa”.
Anoche, hasta muy tarde, se oía música cerca. Algo se celebraba en la casa de Esteban, conocido como Esmagi.
-¿De dónde ese cambio, Pifanio?
-De su nombre Esteban Martínez Gil, como “Renfe” de Red Nacional de Ferrocarriles Españoles u “Once” de Organización nacional de ciegos. A esta figura gramatical se llama “Acróstico” y son muchos ya para ahorrar palabras en el discurso. 
-Muchos poetas han escrito sus acrósticos. Yo tengo varios. “Fácil no es hacer sonetos, ya…” con mi nombre; “Pedirle al cielo quisiera…” con Pascuala Pastor; “Así es la vida, así Dios la querría…” a Carmen Pacheco, amiga; “Antes de que yo naciera…” a otra amiga…
 Ya que hablamos de poesías, te copio la que compuse hace unos días a la monitora de Inacua:

No me pidas, Cristina,
Nadar más veces;
Para nadar, Cristina,
Ya están los peces.

Ni me pidas volar
Como las aves;
Para volar los pájaros,
Como bien sabes.

Tú pídeme, Cristina,
Correr como las liebres,
Y yo seré el primero
Que quiera obedecerte.

Porque Dios quiso
¡Qué gran portento!
Que viviéramos juntos
Y no revueltos.

Las aves en el aire,
Los peces en el mar
Y el hombre en tierra firme
Donde poder andar.

No me pidas, Cristina,
Nadar más veces;
Para nadar, Cristina,
Ya están los peces.



                            Francisco Tomás Ortuño. Murcia

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