Fumarolas: 11 noviembre 2014
Fragmento
-En la tele, haciendo mi gimnasia de los pies, vi las noticias. Me quedé con la mejor: “Tregua de paz entre israelitas y palestinos”.
-Pero ¿es que siguen con la guerra en Gaza?
-No ven la manera, Fermín; quieren la paz y no saben cómo lograrla.
-¿Cómo no interviene Naciones Unidas o los Estados Unidos, como haría un padre con hijos que discutieran?
-La prudencia, por lo visto, aconseja otra cosa. No es fácil meterse entre dos que discuten: pueden entrar otros países y armarse la de San Quintín.
-¿Qué solución ves tú al conflicto, Fermín?
-Yo partiría Jerusalén en dos mitades con una muralla china: “Esta para ti y esta para nosotros”. Lo peor es seguir queriendo dos la misma cosa.
-Árabes y judíos, en esa zona, nunca fueron buenos vecinos; ambos se creyeron siempre dueños absolutos de una tierra sagrada y convirtieron la plaza en un polvorín. Gaza parecía ser la solución. Pero no, el rencor saltaba pronto con miradas de odio y ruidos de ametralladora. Miles de muertos quedaban rociados por las calles.
En el siglo XX hubo dos guerras mundiales: todos contra todos. Murieron millones de hombres. ¡Qué desastre! Hasta que unos se alzaron con la victoria y pusieron condiciones duras a los vencidos. Aquí esperemos que no se llegue a tanto.
-Somos tan necios que podemos repetir, que el hombre es el animal que puede tropezar dos o más veces en la misma piedra.
-Pues que se anden con ojo, que está en juego la vida del Planeta, Arsenio, que la ciencia progresa para el bien y para el mal, y lo que no se hacía en el siglo XX, puede hacerse en el XXI, que esto viene de largo: Caín y Abel no se entendieron donde tú sabes. Como no haya un ser justo y duro para imponer la paz, no veo solución.
-¿Tú crees que es el demonio quien mueve los hilos entre los hombres?
-No encuentro otro, Fermín. Si dependiera de los hombres, a nadie le pasaba por la cabeza el enfrentamiento; pero este malvado Diablo, que anda suelto buscando donde hacer mal, les hace obrar así.
-¿Y será el fin del mundo?
-No; llegará un momento en que Dios dé un puñetazo en la mesa y diga: “¡Hasta aquí y ni un paso más, Satán perverso y malnacido, deja a los hombres en paz y vete al Infierno, desgraciado!”.
-¿Y se irá sin rechistar?
-¡Hombre!, si Dios se lo manda, tendrá que obedecer, hasta ahí podíamos llegar.
-Es que si le ha dado tanta cuerda, igual cuesta luego recogerla. A un niño le daban todos los caprichos que quería. Cuando el padre le negó el primero, se rebeló y le alzó la mano.
Francisco Tomás Ortuño. Murcia
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