domingo, 9 de noviembre de 2014

Recordando.

Fumarolas: 9 noviembre 2014
Recordando
     -Aquella mañana nos levantamos un batallón de gente. Un Batallón era parte de un Regimiento, que se dividía, a su vez, en Compañías. A cada Compañía la mandaba un Capitán. Mi Compañía en Carraclaca, de Lorca, la dirigía el Capitán Cañete. Estas explicaciones pronto sonarán a chino, ya que el Servicio Militar ha desaparecido.
     Cuando voy a Inacua, veo, enfrente de las piscinas, las instalaciones del Cuartel que fue de Artillería, entonces un mundo de soldados en sus labores. Hoy parece un cementerio, lleno solo de recuerdos. Pienso en los Jefes militares que allí vivieron años, si pasan hoy por la puerta.
     -Vuelve a tu relato, Guillermo, y deja los cuarteles de antaño, que lo pasado pasado está. Lo que importa es lo que viene. ¿Decías?
     -Preparé mi macuto con bañador, gafas y toalla y emprendí la marcha a Alicante.
     -¿Andando?
     -¡Hombre, ni tanto ni tan calvo! ¿Cómo iba a ir andando? Llegado que fui a la “gare”, me dijeron que había huelga de ferroviarios, pero que respetaban algunos turnos. El de las nueve, que funcionaba, lo aproveché. Sobre las diez y media estaba  desayunando en el bar de la estación alicantina.

     -¿Y el mar?
     -Andando, andando, ahora sí, por la estatua de Canalejas, llegué a la Explanada, con puestos de baratijas, y al final, la playa, junto al Hotel Meliá, llena de bañistas. Me di un baño en las tranquilas aguas, entre cuerpos casi desnudos. De allí me acerqué a Pradilla, 10, 2ª izquierda, meta principal del viaje.

     Como se iba haciendo la hora de comer, aparqué en un “Ketchu” o casa de comidas japonesa. Repuse fuerzas y seguí a la estación, de nuevo, para el regreso. Pude alistarme en el turno de las cuatro. Sobre las cinco y media estaba en casa.  

     Miguel se bañaba en la piscina con sus sobrinos; los gritos llegaban hasta los frailes. El rebaño de ovejas que pasta por estos lares, debía de estar cerca: oía sus balidos y cencerros, inconfundibles, a pocos metros de allí.



                            Francisco Tomás Ortuño. Murcia

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