Fumarolas : 6 marzo 2015, viernes, San Víctor
Fragmento
…
-Cada cual está en lo suyo, Román.
-¿Y qué es lo suyo, Valerio?
-En su trabajo, que no es poco en los tiempos que corren, que hoy tener trabajo es “salir para España”, que se decía antes.
-¿Salir para España?
-Hace unos años, Román, España tenía posesiones más allá de los mares. Cuando hacían los mozos el Servicio Militar, por sorteo, unos se quedaban en la península y otros, menos afortunados, tenían que irse fuera. “Salir para España” no era poca suerte.
-Comprendido. ¿Y tú, a dónde fuiste?
-Hubo unos años en los cincuenta que, por falta de recursos o sobra de soldados, algunos se libraban de hacer “la mili”. Eran los “Excedentes de Cupo”.
Los que pasaban de una letra su apellido, también por sorteo, se libraban de hacer el Servicio. Y a mí me tocó ser uno de ellos. Era el año 1.954. Salió el apellido Tobar. Y como Tomás se encontraba entre Tobar con b y Tovar con v, llamamos al Servicio de Quintas para informarnos. Cuando nos dijeron que se trataba del Tobar con be, supimos que yo me había librado. Era como tocarte la lotería.
-Con todo, fuiste a Lorca.
- Sí, al Campamento de Carraclaca, que de hacer la instrucción no se libraba nadie. Eran tres meses que había que vestir el uniforme. Los que no eran “excedentes de cupo” seguían en el Cuartel un año más.
El tío Amós se libró por la pierna. No “por piernas”, que quiere decir “salir corriendo”. Se libró porque alegó que no podía andar bien con la operación que había sufrido antes, de la que tenía una cicatriz enorme.
“Alegar” era un verbo muy empleado en aquel tiempo, Román. “¿Qué alega usted para librarse?”, era muy corriente. El que podía alegaba cualquier cosa para librarse de “la Mili”.
A Benito “el de las quintas”, que llamaban, suegro de un hermano mío, por cierto, los que tenian hijos en edad de hacer el Servicio militar, le llevaban pollos y jamones.
-Benito, tome este pollo que hemos criado para usted, por si pudiera librar a mi hijo Sebastián de hacer el Servicio.
-Benito, tome este jamón por si se quedara en España mi hijo Casiano.
-Ya veremos lo que se puede hacer; entra el pollo al corral y tú el jamón a la despensa.
Por librarse de la Mili eran capaces de hacer cualquier barbaridad. Dos hermanos gemelos se pegaron un tiro en el dedo índice de la mano derecha, que como era el que apretaba el gatillo de la escopeta, era motivo de librarse. “¿Usted qué alega?”. “Que me falta un dedo”. “¿Qué dedo es?”. “El de disparar”. “Libre del Servicio”.
Otros lo intentaban. “Y usted ¿qué alega?”. “Que estoy más sordo que una tapia”. “¿No me oye a mí?”. “No le oigo nada”. Y el que examinaba tiraba una moneda, que ya tenía preparada, al suelo. Si veía que el presunto sordo miraba a ver si la moneda era suya, lo daba por bueno.
Un joven alegó que no veía: “Estoy ciego”. Y el que resolvía le dijo a un ayudante: “Sígale y vea si es cierto, como dice, que no ve”. El joven se fue derecho a un cine y el que lo seguía se puso detrás. Y cuando mejor estaba mirando la pantalla, le tocó y le dijo: “Conque ciego y se viene al cine, ¿eh? Vuelva usted a la Oficina”. Y el mozo, sorprendido, contestó: “¿No es esto el metro?”.
Francisco Tomás Ortuño. Murcia
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