Fumarolas : 14 marzo, sábado, Sta. Matilde
-Mamá ha bajado al taller. No a pintar a estas horas, seguro; será más bien a atender a Sara, que gata mejor cuidada no la hay en el mundo.
-Si ella te oyera, Julián, ¿quién sabe?, igual te pedía que la soltaras con otros gatos. A lo mejor envidia a los que corren sueltos por los tejados.
-Es que ella pasa de gatos; como está operada para no tener gatitos...
-¡Pobre animal, qué intromisión en su vida íntima, privada!
-La injusticia la cometió una veterinaria, con la orden expresa, eso sí, de extirparle los ovarios.
-¿Y hablamos de abortos los humanos, Julián? Tan perverso debe ser asesinar a un niño ya nacido en el vientre de su madre, como evitar que pueda nacer cuando se quiere. ¿Cómo se le pudo ocurrir? Desde entonces ya no pudo disfrutar de orgías nocturnas con otros gatos amigos, y la pobre, a su pesar, quizás, se tuvo que conformar con dormir y callar como la ratita del cuento. No fue dueña de sus actos. ¡Qué horror!
-Por tanto, no sé, Adrián, me pierdo con la vida de esta gata. Vive como un rajá: duerme a todas horas y come de latas del mercado. Y hasta desinhibida, como importándole nada el mundo, adopta tales poses en el sofá, que le hago fotos con las patas arriba, enseñando sin pudor sus intimidades.
-Entra mamá. Efectivamente viene de atender a Sara. Le ha cambiado la tierra para que no huela mal. Todo lo tiene menos correrse una juerga con amigos, que viven libres como los pájaros.
-¿Serán felices los pájaros enjaulados, Adrián?
-Querrán vivir con animales de su especie y no ser esclavos de los hombres, por bien que los alimenten. ¡Si hablaran, cuántas cosas nos dirían!
Francisco Tomás Ortuño. Murcia
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