Fumarolas : 25 marzo 2015, miércoles, la Anunciación del Señor
Fragmento
Ayer la noticia trágica fue que un avión con ciento cincuenta pasajeros, que iba de España a Alemania, se estrelló en los Alpes. Los Jefes de Estado se llamaban unos a otros, cuando se supo la noticia, ya no sé si por cubrir el expediente o porque sentían el accidente como propio. Luego dirán a qué se debió el siniestro.
-Chocar con otro avión por encima de las nubes, será difícil, Zenón, que no es como los coches en la autopista.
-Los aviones tienen también sus rutas por donde ir, que si van de Madrid a Sevilla no van a pasar por Santander, y si van de Barcelona a Berlín no van a echar por Atenas. Uno que va y otro que vuelve pueden colisionar en el camino.
-Pero con semejantes altura y anchura de vías, también sería mala suerte.
-Los pilotos profesionales saben muy bien a qué altura deben ir, según las condiciones atmosféricas, Evaristo; así que el accidente puede producirse. Y como no tenemos carnet de conducir aviones ni horas de vuelo que lo justifique, vamos a callar.
-Estoy deseando conocer más del desgraciado percance. Como hay tantos actos terroristas de un tiempo a esta parte, igual se trata de un sabotaje. ¿Qué pasó con las Torres Gemelas de Nueva York?
-No vendas la piel del oso antes de cazarlo, Zenón; quiero decir que no pienses mal antes de que haya pruebas evidentes del suceso. Cuando hable la caja negra del avión, podremos hacerlo nosotros. Y ni entonces deberemos hacerlo, que doctores tiene la Iglesia para hacerlo.
-En todo caso, qué mal lo pasaría el pasaje cuando el piloto, por lo que fuera, perdiera el control del aparato a esa velocidad. para no salvarse nadie, ya sería fuerte el golpe.
-Mortal de necesidad.
-Leí una vez, no sé dónde, que un piloto tuvo que saltar del avión incendiado que pilotaba a cinco o seis mil metros de altura, y vio que el paracaídas estaba ardiendo. Luego, inexplicablemente, despertó entre la nieve de un ventisquero. “¿Cómo me he salvado?”, se preguntaba incrédulo recordando la caída. Y es que “cuando Dios quiere, con todos los aires llueve”. Esperemos más noticias del suceso, Julián.
Francisco Tomás Ortuño. Murcia
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