domingo, 15 de marzo de 2015

Un beso, madre.

Fumarolas : 15 marzo 2015, Domingo de Panes, San Raimundo

¿Por qué pienso en estas cosas, madre, cuando hace ya treinta y dos años que nos dejaste? Tu nieto Paco y tu biznieto Miguel Ángel, de tantos días que tiene el año, vinieron a nacer cuando tú. Qué cosas tiene la vida. Ahora se celebran los años comiendo tarta y apagando velas ¿Tuviste tú tarta y apagaste las velas cuando eras pequeña? Me temo que eran otros tiempos de menos celebraciones. Nunca me lo dijiste. Tú eras  feliz sin preocuparte de nada. Que murió pronto tu madre sí me lo dijiste y que tu madrastra te asustaba, también.
Tu tío Jesús Loncán, hermano de tu madre, venía a verte de vez en cuando;  tus amigas eran Bárbara, la Muda y alguna más. Luego conociste al padre, que se fue a Melilla tres años a cumplir el Servicio Militar, por el año veinte del siglo pasado, y a escribir cartas. A la vuelta os casasteis y nacimos nosotros. El resto lo conocemos mejor. Entrega total a tu casa y a tu marido.
¿Qué te importaba que reinara un rey borbón llamado Alfonso XIII ni que su madre fuera doña María Cristina? Lo tuyo era tu casa y tu familia.
Iba a decir que naciste en una época muy revuelta; pero veo que ahora para tu nieto y biznieto habría que decir lo mismo. España ha sido un país de enfrentamientos siempre. Alfonso XIII fue hijo póstumo de Alfonso XII,  y fue educado por su madre, la regente doña María Cristina. En 1.902 alcanzó su mayoría de edad y empezó a reinar. En 1.906 contrajo matrimonio con la princesa británica Victoria Eugenia. En 1.931 tuvo que salir de España porque se instauró la República.
Luego la Guerra Civil. Aún vivías cuando murió Franco en 1.975. Pero a ti la Política te decía poco, con tanto que la sufriste en tus carnes. A tu marido lo echaron del Banco donde trabajaba, ¿y tú qué sabías? Que tocaba llevarle la comida a la cárcel, pues tú se la llevabas. Que luego hacía capachos y vivías mejor, tú a su lado siempre. Y es que las mujeres vivían a expensas del marido que le tocaba en suerte. Era otra forma de vivir. Pero tú eras feliz. No buscabas ser de otra forma. Estos recuerdos que nos dejaste me hacen ver mejor la realidad. Buena siempre, sencilla siempre, esposa y madre. Y tú dirías, ¿qué más cabía ser?
Salí a la calle y volví de nuevo. Eran casi las dos. Mamá preparaba la mesa. Mi mujer es un retrato de lo que fuiste tú, madre. Tampoco se preocupa de políticas: es buena, sencilla y amante de su familia. “Busqué a una mujer como mi madre, entre las hijas de mi hidalga tierra”, que dijo el poeta. Pero ¿fui yo quien la eligió o fue ese destino misterioso que da a cada uno lo que corresponde? Un beso, madre.


Francisco Tomás Ortuño.  Murcia

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