miércoles, 21 de enero de 2015

Amor.

Fumarolas: 21 enero 2015
Fragmento

-¿De qué hablarás hoy, Escritor?
-¿De qué quieres que hablemos, Secretario?
-No pluralices, que el que inventa cosas eres tú; yo soy tu amanuense.
-¿Qué haría yo sin ti, compañero: somos inseparables; solo no podría dar un paso.
-Yo menos, Jefe. La prueba es que cuando me dejes, me enterrarán. ¿Por qué no dices la Poesía que ibas haciendo ayer, camino de la piscina?
-Ya sé, te la copio, pero no es definitiva. Al poeta le ocurre como al pintor, que no acabaría de retocar su obra. Dice así:

El Amor es caprichoso:
Cuando menos te lo esperas,
Se te cuela en la mollera
Tan pujante y vigoroso
Que de echarlo no hay manera.

Mas, pensándolo mejor,
¿No es buena su compañía?
Con Amor hay alegría,
El alma siente ilusión
Cuando ya estaba dormida.

Bienvenido seas, Amor;
Por tu luz y tu color,
Me alegro de estar contigo;
quiero ser tu fiel amigo,
No te vayas, por favor.

F.T. Ortuño  20-I-15

Algo así pensaba ayer cuando iba a la piscina, sabiendo que sufrirá cambios en su estructura, o en palabras o frases; quizás en añadidos o recortes. Es un boceto. ¿Qué escritor no quita o pone sobre el original? Ninguno, estoy seguro, crea su obra a la primera, como hacen las madres con sus hijos, que tienen que aceptarlos como llegan al mundo.

No lo había pensado, pero hay una gran diferencia entre la obra del escritor, pintor, escultor o arquitecto, y el niño que nace. Aquella ofrece mil retoques, mientras que el niño nace como va a ser, sin que la madre pueda cambiarle nada. Espera que nazca para verlo como será siempre. El artista crea; la mujer recibe a su hijo por encargo. “Aquí llega, que sea de mi agrado”.


Francisco Tomás Ortuño.  Murcia

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