lunes, 22 de junio de 2015

La hora exacta.

Fumarolas : 22 Junio 2015, lunes, Santa Micaela
Por ayer

Santana, las diez, en un rincón donde no ha llegado Febo todavía.
-¿Qué Febo ni qué ocho cuartos? Habla en español.
-Me refiero al Sol, que viene a la carrera; como no tiene nubes que lo detengan, es como un tren que no se parara en estaciones.
-Aunque termina la Primavera y comienza el Verano, llegará como siempre a su hora y no se retrasará en la salida.
-Es tan puntual, que los relojes se ajustan a su paso: “Las doce en punto”.
-Y no descansa ni un segundo: termina el viaje y parte de nuevo. Yo no he visto cosa igual: miles, millones de años sin un descanso. ¿Tú conoces algo parecido?
-De algunas personas sé que la gente ponía sus relojes en hora con ellas. Eran un dechado de precisión en sus tareas: “Ya viene, ya llega, las siete cuarenta y cinco”.
-Pero como el Sol no hay nadie que se pueda comparar. Si es Primavera, aparece a la misma hora que el año anterior; si es Verano, lo mismo; o si es Otoño o Invierno.
-Pobres de nosotros si se desviara el canto de un duro.
-Olvídate ya de los duros, Eusebio, que ahora son euros. Mis hijos, cuando eran pequeños, hicieron un reloj en la pared: a las siete, una señal; a las ocho, otra señal, y así. Al día siguiente sabían la hora por las señales.
-¿Pero el Sol no permanece quieto?
-Esa duda tuvieron muchos hasta Galileo. Este astrónomo se dio cuenta de que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol. Pero era lo mismo: Como la Tierra giraba y daba una vuelta al Sol cada año, este salía y se escondía a la misma hora. En ese juego perfecto de movimientos –rotación, traslación, sideral con los demás astros- en cada momento del año se repetía con el anterior la situación de las sombras horarias. Si en Julio se hacía la prueba, al año siguiente en Julio servía el reloj fabricado el año anterior.
-Para saber la hora exacta por ese procedimiento, Blas, harían falta tantos relojes como días tiene el año, porque los días crecen y menguan según las Estaciones. Si era siete de Julio, San Fermín, habría que mirar el reloj de ese día para saber la hora por la sombra proyectada. Si era uno de Enero, Año Nuevo, habría que mirar el reloj del uno de Enero.
-Y en el mismo lugar del Planeta, que si habías cambiado España por América, también era otra hora. Es decir, que en cada punto de la Tierra serviría un reloj distinto. O sea, que harían falta millones y millones de relojes por si cambiabas de domicilio.
-De meridiano, mejor, que si estás en España no es lo mismo que si estás en Filipinas o en las Islas Canarias.
-Aún mejor si cambias de coordenadas geográficas, que si estás en el paralelo 40 no es igual que si estás en el Ecuador o en el Polo.
-Muy complicado lo veo, Eusebio: lo mejor es un reloj suizo y que te diga él la hora.

Francisco Tomás Ortuño.  Murcia


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