Fumarolas: 9 octubre 2014
Fragmento del 8 de julio de 2014
-Recuerdo, Abraham, a mi entrañable amigo Benedicto XVI. El once de febrero anunció su despedida, tras siete años de bregar con problemas mundanales. “Como no tengo fuerzas para el ejercicio adecuado del ministerio petrino, renuncio a la labor que se me fue encomendada, y dejo que siga el Papa Francisco”.
-Sigue tú, le dijo, que estás más fresco para llevar la barca.
-No te creas, Benedicto, que yo tampoco estoy sobrado de fuerzas, le contestó. Como vea que no puedo, hago lo mismo que tú, y aquí nos iremos juntando.
-Si tal hicieras, Francisco, procura que sea más joven el que te siga, que de ochenta para arriba pocos milagros se pueden hacer. ¿No viste el Maestro?, treinta y tres años cuando murió.
-Ya lo he pensado, Benedicto, no sé a quién se le ocurriría nombrar Papa a Cardenal que tuviera más de cuarenta años. Como yo acabe sin haber acabado, nombraré al más joven de los candidatos.
-Tampoco te pases, Francisco, que menos de la edad de Jesús no sería bueno. De treinta y cinco en adelante. Ya cincuenta me parece demasiado. Y que conozca bien los problemas de pedofilia sin padecerlos, que es lo que más impide a los pastores de la iglesia cumplir con la misión que tienen.
De pedofilia y de feminismo, que muchas mujeres darían media vida por celebrar la Eucaristía. No sé cómo Jesús no metió entre sus apóstoles a la Magdalena, a la Samaritana, o alguna vecina de Galilea. Todo se hubiera solucionado.
Y que tuvieran mujer los curas. ¿Es que no vería que el hombre necesita de mujer para no desear lo que no tiene? Si Él no se casó podía haber pensado que los demás querrían casarse. Todos después, por esa prohibición absurda, a desear a la mujer que iba a confesar sus pecados.
-Mira, Benedicto, vamos a cambiar las reglas desde ya: Yo acepto tu encargo de llevar la barca si cambiamos esos dos preceptos que tantos problemas acarrean. Celebremos un Concilio “inter nos”, aquí y ahora, para decir yo luego a la Iglesia: “El Señor ordena que en adelante los curas puedan casarse, si lo desean; y las mujeres que celebren Misa como los hombres”.
-No me parece mal, Francisco; escribe el texto y yo lo firmo donde quieras. Así te librarás de los conflictos que a mí me han hecho tomar esta decisión de dejarte las llaves del Reino sin haber finiquitado.
-¿Te dieron muchos problemas, Benedicto?
-No te das una idea. El noventa por cien de los curas hacía trampa con las penitentes; el pueblo se daba cuenta y me lo reprochaba con amenazas. En cuanto a las sacerdotisas, buenas son las mujeres para estar por debajo de los hombres aunque bajara Dios a ordenárselo.
Francisco Tomás Ortuño. Murcia
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