Fumarolas: 5 octubre 14
Fragmento de 5 de julio 2015
Han subido el precio del combustible. ¡Eso no se hace, Gobierno! “¡Ahora que se van de vacaciones, a subir la gasolina!”. ¿Qué pensabas, que no nos daríamos cuenta?
-Los ministros se pueden haber equivocado: si España cayó a la primera de cambio en Brasil y tiene más tiempo para pensar en otras cosas, con el añadido del disgusto que le ha generado el fracaso del fútbol, mal momento para afrontar el golpe.
Hay que pensar mejor lo que se hace y cómo se hace. ¿No veis que estas equivocaciones las aprovecha la Oposición?, esos que gritan “¡Podemos!” o “¡Hasta aquí hemos llegado!?”. Hay que medir bien los pasos y pensar más en las consecuencias que se deriven de nuestras decisiones.
Francisco Tomás Ortuño. Murcia
Fumarolas; 6 octubre 2014
Fragmento de 6 de julio 2014
-La vida se alimenta de sueños, Gervasio. Si no hay sueños por los que luchar, la vida no tiene sentido.
-¿A qué sueños te refieres, Maimónides?
-A los tuyos y a los míos, a los de todos. No tienes más que ver la cantidad de coches que hoy circulan por las carreteras. En cada coche una familia. ¿No ves sueños flotando en el ambiente? Cada persona un sueño; cada familia muchos sueños por cumplir. No se concibe la vida sin sueños; por eso digo que la vida se alimenta de ellos. El que no los tiene está muerto.
-Es curioso, Maimónides, no lo había pensado: todos nos movemos por alcanzar un sueño y una vez logrado a pensar en otro por alcanzar. En la vida de cada persona hay muchos sueños cada día: “Voy a hacer…”, “Luego iré…”, “Tengo que ver a…” ¡Qué arsenal de sueños!
-¡Y cuántos habrá en todo el mundo! Es incalculable, Gervasio, el número de sueños que Dios nos dio para soñar. Algunos más importantes que otros, pero todos importantes en la vida. Gran misterio el de los sueños.
-Y el mundial, ¿cómo sigue?
-Mi enfado es monumental, Gervasio. Ayer jugaron Brasil y Colombia. Quedaron dos a uno a favor de Brasil.
Francisco Tomás Ortuño. Murcia
Fumarolas: 7 octubre 2014
Fragmento de 7 julio 2014
En mi barrio, siendo yo niño, había un horno. Allí iban las mujeres a cocer el pan que amasaban antes en su casa. Verás que no digo los hombres. Amasar el pan era propio de las mujeres, como cocinar, lavar la ropa o planchar. El hombre tenía su trabajo fuera de casa y del cual vivía la familia.
Mi madre amasaba su pan y lo llevaba al horno. Eran panes con unas letras encima de cada pieza –LO de Lina Ortuño- para no confundirlos con otros. Ayer vimos la minúscula pieza de hojalata que utilizaba mi madre. “Mira lo que he encontrado, ¿sabes lo que es?”. Y la cogí con devoción.
Afrodisio, el hornero, tuvo tres hijos: uno de ellos siguió el horno de su padre y tuvo fama de hacer los mejores sequillos para bodas y bautizos. Tuvo un salón en la calle de Lerma –propio o alquiilado-, que dedicó a estas celebraciones. Y tan bien le fue por lo visto, que pensó en construir un hotel. Y levantó el “Hotel Monreal” que todos conocemos en Jumilla.
Martín es el dueño del Hotel Pío XII. Su padre fue hornero como Afrodisio. Uno de sus hijos siguió la marcha de Jesús. Un salón para las bodas y otras celebraciones hasta que pensó: “¿Por qué no un Restaurante?”. Compró terrenos, construyó salones y cocinas y levantó el complejo que hoy tiene. ¿Quién sabe si se copiaron?
Francisco Tomás Ortuño. Murcia
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